Descubre la arquitectura y la historia del Palacio de Bellas Artes

De la mano del arquitecto Adamo Boari, las obras de construcción del “Nuevo Teatro Nacional”, iniciaron en 1904. En un inicio Boari pretendía aplicar técnicas utilizadas para la construcción de los rascacielos Nueva York, pero el suelo de México obligó a diseñar un sistema de cimentación especial.
Otras particularidades arquitectónicas del Palacio fueron: dobles entradas laterales para el servicio de los carruajes, un gran jardín, una cúpula, el nivel de la orquesta móvil, la boca escena sin cortinajes y sin arlequín con iluminación periférica y con caja acústica en la bóveda, telón en forma de cortina, movimiento eléctrico e hidráulico para la maquinaria escénica, un gran ascensor para elevar los carruajes del nivel de la calle al nivel del escenario, luz solar directa todo el edificio y artificial completamente oculta.

La planeación de dicha construcción era de cuatro años, pero tras la Revolución mexicana, Boari se vio obligado a regresar a Europa dejando la obra inconclusa: se había concluido, hasta esa fecha, casi todo el exterior, excepto el recubrimiento de la cúpula.

A partir de 1930, el arquitecto Federico E. Mariscal fue el encargado del proyecto de la conclusión del Teatro Nacional; sin embargo, no es sino hasta 1932, con el apoyo del secretario de Hacienda, Alberto J. Pani, que albergó varios museos, de ahí que por primera vez en 30 años se cambiara el nombre del edificio, de Teatro Nacional al de Palacio de Bellas Artes. Debido a la fuerte inversión que se requería para acabar el recinto, éste debía responder a una necesidad social y ser de utilidad pública. Así, el Palacio de Bellas Artes fue concluido por el arquitecto Mariscal en marzo de 1934.

En la actualidad el Palacio de Bellas Artes es uno de los más importantes recintos donde se llevan a cabo un gran número de actividades artísticas y culturales que van desde exposiciones de pintura, escultura y arquitectura hasta sus famosas presentaciones de ópera y música de concierto sin dejar al lado el ballet clásico y el ballet folklórico. Asimismo, podemos apreciar los muros del interior que fueron decorados con obras de los más destacados muralistas mexicanos como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Juan O ‘Gorman y Rufino Tamayo.

Fuente: Vive Arquitectura
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